Perdido entre las brumas de su olvido
Ahogando el grito de mi decepción,
Me aferro a la esperanza de que un día
Vuelvas por la senda de mi corazón.
Sollozo que se anuda en la garganta,
Tortura de tener que recordar,
La ausencia de quien quise tanto, tanto
Y que nunca, nunca, ha de retornar.
¡Nada!…
Ya no espero nada, nada,
Si mi fe se ha derrumbado
Para qué quiero vivir.
Pienso…
Que mi cielo oscurecido,
Con la niebla del olvido
Ha de tornarse más gris.
¡Nada!…
Ya no espero nada, nada,
En mi negro torbellino
Qué otra cosa puedo hacer.
¡Tan sólo!…
Arrastrarme en mi amargura,
Y llorar la desventura
Que me trajo tu querer.